jueves, 6 de noviembre de 2008

Historia del Jazz Chileno










Jazz melódico (1924-1940)
Un curioso dato se detecta tanto en el jazz de Norteamérica como en el jazz chileno. En 1924, Fletcher Henderson organizaba "secciones" instrumentales y su música sonaba llena, vibrante y muy distinta a aquélla que practicaban casi la totalidad de las pequeñas bandas de Nueva Orleans. Era una big band. La primera de la historia.
En Chile, el mismo año, Pablo Garrido fundaba en Valparaíso una agrupación que utilizaba "filas" (aunque fueran reducidas) de instrumentos: tres violines, tres saxofones, dos trompetas, clarinete, tuba, trombón, banjo, batería y piano. Se presentó en la Confitería Colón bajo el nombre de Royal Orchestra. Era el inicio del jazz en Chile, una era romántica y de etiqueta, que luego llegó a conocerse como "jazz melódico".
Fueron entonces las orquestas nacionales las primeras en tocar jazz (distintas a las orquestas típicas y, después, a las orquestas tropicales). Se reunieron en torno a un repertorio de música popular orientada al foxtrot, el shimmy y el one-step, fundamentalmente en el período 1929-40: música bailable y sumamente "melódica". Sus hombres eran músicos profesionales, "de atril" y no improvisaban (salvo por la presencia de solistas que luego encabezarían la siguiente etapa del jazz chileno: Luis "Huaso" Aránguiz o Mario Escobar). Las más importantes fueron las del cubano Isidro Benítez, Lorenzo Da Costa, Rafael Hermosilla, Bernardo Lacasia y Buddy Day, y sus actuaciones llenaban salones, teatros y cabarets de la capital y el puerto.

Hot jazz (1941-1953)

Mientras en los salones la gente bailaba al pulso de las orquestas de jazz de Lorenzo Da Costa, Rafael Hermosilla o Bernardo Lacasia, en ciertos lugares escondidos de la ciudad se reunía un puñado de músicos jóvenes. Mucho más allá de los perfectos arreglos de vientos y cuerdas y del ritmo envolvente de las orquestas, gustaban de algo que estas agrupaciones carecían notoriamente: la improvisación.

En 1941, un grupo llamado The Chicagoans (que adoptó el nombre de la banda de Chicago liderada por Jimmy McPartland), realizaba audiciones de música de Nueva Orleáns y Chicago, y ensayaba a puertas cerradas con unos cuantos amigos como público: Tito Rodríguez (corneta), René Eyhrealde (clarinete), Luis Barragán (piano), Carlos Morgan (guitarra) y Lucho Córdova (batería) iban en otra dirección estética. El rumor de estas reuniones de avanzada llegó a oídos de algunos músicos profesionales de las orquestas que necesitaban eludir la monotonía de tocar noche tras noche los mismos arreglos para las mismas canciones: Luis "Huaso" Aránguiz (trompeta), Mario Escobar (saxo tenor), Ángel Valdés (trombón), Hernán Prado (piano) y Víctor "Tuco" Tapia (batería). Ellos eran, por cierto, los ídolos de los muchachos que alineaban en los Chicagoans.

Todo ocurrió muy rápido para el nuevo jazz: En 1943, Rodríguez, Eyheralde y Córdova fundaron el Club de Jazz; en 1944 se formó la primera selección de Los Ases Chilenos del Jazz; y en 1945 una segunda formación de los mejores consolidó la corriente (ver capítulo "El cuadro de honor"). El "jazz melódico" fue perdiendo espacio y el "hot jazz" alcanzó uno de sus mejores momentos al ingresaren los años 50 con una comunidad de músicos que se había multiplicado por varios números.


Swing (1953-1959)
El arribo a Valparaíso de dos inmigrantes en 1948 tendría consecuencias notables en el curso del jazz chileno. La llegada del polaco Józef Hosiasson y del italiano Giovanni Cultrera fue una coincidencia. El encuentro entre ambos fue una fortuna. Ambos eran pianistas, uno más que otro. Pero uno conocía más jazz que el otro. Se potenciaron mutuamente y se ensamblaron como piezas maestras de un mecanismo, generando en el Valparaíso de la época un nuevo enclave del jazz como 30 años antes lo había hecho Pablo Garrido.
Hosiasson (ahora llamado "Pepe") y Cultrera dieron marcha a una etapa de swing, consolidando a la generación de los años 50. Más allá de las posibilidades como músicos en el escenario, ambos lo hicieron como gestores musicales y difusores del jazz a través de programas radiales y temporadas de conciertos. Así, nuevos clubes con fanáticos fundaron en Valparaíso (1954), Los Ángeles (1957) y Temuco (1961). Concepción tenía el suyo desde 1944. La nueva generación se abrió a otras opciones de música, que venían de la mano de Duke Ellington, Count Basie, los orquestadores maestros, y Art Tatum, Teddy Wilson y Oscar Peterson, los grandes pianistas.

Jazz moderno (1959-1969)
¿Es posible que los músicos afines al jazz tradicional se hayan trenzado a trompadas con los músicos militantes del jazz moderno? La respuesta es no. Pero los relatos de los protagonistas de la época sí hablan de un enfrentamiento real entre ambas escuelas. Algunos músicos más antiguos no consideraban a "eso" (el jazz moderno) como jazz. Era más bien "ruidismo" puro y la excusa perfecta para demostrar cuánto podían dar los instrumentos y cuántos aplausos podían recibir los solistas. Pero lo cierto es que para 1959 toda una generación de recambio se estaba instalando en las dependencias del Club de Jazz. Estaban liderados por el pianista rancagüino Omar Nahuel, su máximo responsable.
Toda la década de apertura hacia las nuevas variantes del jazz (a partir del bebop neoyorquino o el cool jazz californiano) van de la mano de Nahuel. Los héroes estaban a la vuelta de la esquina: John Coltrane y Stan Getz, Lennie Tristano y Bill Evans, Art Blakey y Joe Morello. La comunidad estaba formada ahora por los saxofonistas Sandro Salvati, Mario Escobar Jr. y Patricio Ramírez, los pianistas Mariano Casanova o Roberto Lecaros, los contrabajistas Boris Castillo o Alfonso Barrios y los bateristas Sergio Meli o Waldo Cáceres. La consolidación de un jazz "modernista" coincidió con el nacimiento, fulgor y muerte del Nahuel Jazz Quartet, la banda que inspiró a estos jóvenes músicos, que grabó el primer long-play realizado por una banda estable y que probó al medio que sí era posible vivir de un jazz impecablemente propuesto e interpretado.


Jazz eléctrico (1970-1989)
En 1960, Miles Davis vestía trajes italianos y tocaba música modal en quintetos bop. Pero en 1969 ya lucía cabellera afro, camisas psicodélicas y tocaba música funk ácida con banda eléctrica. Una tendencia que se desperdigó en el jazz norteamericano y llegó hasta incluso hasta el último confín de América Latina: Chile.
El bajista peruano Enrique Luna (que había parchado como contrabajista en el Nahuel Jazz Quartet) traía novedades de sus reiterados viajes a Nueva York y en 1972 fundó un grupo de características enchufables: Fusión. Pianos eléctricos, bajo pasivo y guitarras de cuerpo macizo mezclaban la improvisación a niveles sonoros de amplificación, con la potencia del rock y otras fuentes musicales. El grupo grabó Top soul (1975). Luego vino el grupo Aquila, comandado por el vibrafonista Guillermo Rifo, que grabó Aquila (1974). La estética de la mezcla de estilos y formas, y de la gran preparación instrumental de los músicos tuvo una larga vida y gran cantidad de cultores, sobre todo hasta 1989, cuando el grupo Cometa dejó de existir. En este período se incluyen fuertemente elementos de la música chilena de raíz.
Bandas: Koalición (del guitarrista Miguel Zabaleta), Quilín (del guitarrista Alejandro Escobar), Cometa (del baterista Pedro Greene), Kameréctrica (del violinista Roberto Lecaros), Alsur (del guitarrista Edgardo Riquelme), Ensamble (del guitarrista Eduardo Orestes), Trifusión (del guitarrista Emilio García), La Red (del guitarrista Vladimir Groppas). La más importante agrupación de la nueva era fue La Marraqueta (con Greene, Andrés Pollack y Pablo Lecaros), fundada en 1992 y la única que aún graba discos y actúa en vivo (junto con Quilín, que toca de cuando en cuando en el underground).

Bop contemporáneo (1990 - ?)
Nombres del siguiente recambio: Ángel Parra, Cristián Cuturrufo, Pancho Molina, Felipe Chacón. Todos músicos estelares que aparecieron con el fin del régimen militar, pusieron la mirada en el histórico lenguaje acústico del jazz y reforzaron una escena que venía desde más atrás con nombres como los del trompetista Daniel Lencina, los bateristas Alejandro Espinosa y Moncho Pérez, el guitarrista Fernando Otárola, los pianistas Mario Lecaros, Moncho Romero y Marlon Romero, el contrabajista Sammy Domínguez, el saxofonista Marcos Aldana y el histórico grupo Nexus (fundado en 1986 por el saxofonista Patricio Ramírez y el vibrafonista Carlos Vera como un conjunto-escuela)
La guitarra eléctrica dejó de sonar como la de Hendrix o la de McLaughlin y regresaron nombres y sonoridades de antaño: Wes Montgomery, Jim Hall, Barney Kessel. Pero no sólo la guitarra dejó de sonar rockera, sino que al finalizar los 90 comenzó a desplazarse de una posición protagónica a la de una plaza en la sección rítmica, dando paso así a nuevos solistas que tomaron el saxofón y la trompeta como armas predilectas del jazz de los 2000.

Marcos Aldana puso a sus alumnos en la cresta de la ola: Ignacio González, Claudio Werner, Claudio Rubio, Max Alarcón fueron algunos ejemplares de los saxos tenor y alto. Más tarde se incluirían a la lista otros jóvenes nombres (ver capítulo "Los saxofones"). Entre las trompetas de Santiago Cerda, Gustavo Bosch, Patricio Pailamilla o José "Pepe" Vergara (casi siempre incluidas en filas de big bands y grupos pop), hubo una que iba a convertirse en la gran estrella del jazz de fin de siglo: Cristián Cuturrufo.

Jazz experimental (1968 - 1970 / 1999 - ?)
El jazz "libre" es transversal a todos los tiempos. Pero tuvo dos épocas muy fuertes en nuestro país. Mientras el Nahuel Jazz Quartet se acercaba al inesperado fin de su historia con la muerte de su líder, un nuevo pianista aparecía en la reducida escena jazzística de 1965. Manuel Villarroel buscaba respuestas más allá de las estructuras comunes. Poco después llegó otro pianista, muy joven y con aguda mirada: Matías Pizarro. Ambos dejaron el país para estudiar música en escuelas de avanzada al iniciarse los años 70. Entonces, con Villarroel en París, Pizarro en Boston y Pinochet en Santiago de Chile las horas de la experimentación fuera de las normas estaban contadas.
Las inspiraciones en esta línea regresarían al comenzar los años 2000, de la mano del pianista británico Martin Joseph, quien lideró la primera de las comunidades del jazz experimental. Como compositor y hombre ligado al mundo de la música docta, convocó músicos en sus talleres de improvisación libre desde la academia: El guitarrista Ramiro Molina, el saxofonista Edén Carrasco o el baterista Andy Baeza lo siguieron en sus propósitos improvisacionales vinculados a la música europea. Otros, como el pianista Carlos Silva, iniciaron su propia aventura en el jazz libre y la música contemporánea. Una segunda línea de acción la encabezaron los jóvenes hermanos Diego Manuschevich (saxofón) y Hugo Manuschevich (batería), quienes llegaron desde Nueva York en 2003 con la clara idea de reunir nuevos freejazzistas. Lo lograron a través del colectivo Núcleo de Resistencia Estética, que tuvo mil caras distintas y se presentó en subterráneos con la música cuya mayor referencia estaba en la escuela de Chicago de los años 60.

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